Mientras a finales del siglo pasado y comienzos del presente, los estudios en Psicología se concentraban en el individuo, en los últimos años asistimos a un gran interés por lo que podríamos llamar Psicología Relacional, es decir, por el estudio de los individuos en relación con otros individuos, de las mutuas influencias que se dan y de cómo esa relación produce innumerables cambios tanto individuales como grupales.
Sistemas humanos tales como la familia, los grupos juveniles, los equipos laborales y grupos de mayor o menor complejidad, son estudiados por los investigadores del campo. De todos ellos, el mayor interés se centra en el estudio de la familia, posiblemente por ser el grupo humano más universal, más antiguo y que más influye en los individuos particulares.
El trabajo con el grupo familiar buscando resolver problemas emocionales, de comportamiento, de relación, trastornos psíquicos, etc., comenzó a finales de los años cincuenta, desde entonces hasta el presente, la denominada "Terapia Familiar" ha tenido una gran evolución considerándose hoy en día, primordial en un gran número de contextos clínicos, educativos y sociales.
Cuando uno de los miembros de la fratría dentro de un sistema familiar se ve afectado por un problema en su desarrollo, la familia corre el peligro de entrar en una dinámica que puede incluir pautas disarmónicas como la subordinación de las necesidades de toda la familia a las necesidades del miembro aquejado del problema, respuestas desadaptadas ante la aparición de los síntomas, sobreprotección hacia el hijo o hija con dificultades y por tanto minimización de respuesta ante las necesidades de los demás miembros de la familia lo que en ocasiones genera el desarrollo de coaliciones y exclusiones emocionales dentro de la familia que aíslan a otros miembros de la misma, incluso la rigidificación de algunas de estas pautas hasta el punto de llegar al aislamiento de la familia.
Es importante trabajar con la familia desde la detección del síntoma ya que la rehabilitación, la intervención sobre los síntomas del niño o niña con dificultades en el aprendizaje ha de tener en cuenta el equilibrio emocional de esa familia. No habrá normalización del paciente sin integración familiar.
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